En general, se acepta que las personas no hacen contacto visual sólo cuando engañan o tienen algo que ocultar.
Pero incluso las personas con un alma cristalina a veces no pueden resistir la mirada de su interlocutor. También hay razones para esto.
Le diremos por qué el interlocutor no le mira a los ojos y si debe sospechar inmediatamente de un engaño.
La razón es la vergüenza.
En ciertos círculos se considera atrevido mirar a una persona a los ojos. Pero además de esta regla, también hay gente tímida.
Simplemente no quieren que extraños sepan el curso de sus pensamientos, o simplemente quieren ocultar sus sentimientos, emociones, experiencias, ansiedad o malestar ante la mirada de los demás.
La razón es la incertidumbre.
Es muy posible que el interlocutor tenga problemas de autoestima y tema que su opinión sea juzgada con demasiada dureza.
Es posible que una persona tenga miedo de hacer contacto visual por algún otro motivo, por ejemplo, por miedo a la dirección.
El motivo está en la mirada del interlocutor.
Quizás durante la conversación tu interlocutor malinterpretó tu estado de ánimo, detectando erróneamente crítica o insatisfacción en tu mirada. Para evitar conflictos, el interlocutor apartará la mirada.
La razón es la irritación.
Sí, cualquiera puede perder los estribos si empieza a examinarlo, a estudiarlo, a analizarlo. Para ocultar las emociones negativas, el estrés y la irritación, también hay que mirar hacia algún lado o más allá de su interlocutor.
La razón es el interés.
O mejor dicho, en su total ausencia. Aquí debes observar de cerca los gestos, la postura y el comportamiento de tu interlocutor. Este puede ser el momento adecuado para finalizar la reunión o reprogramarla para otro día.
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