Algunas personas pueden encontrar divertido el hábito de alardear, pero, por regla general, ese comportamiento es muy agotador.
Sin embargo, existen varias formas sencillas de lidiar con las personas que están acostumbradas a la autoelogio.
Vamos a compartir contigo uno de ellos, bastante eficaz, en este artículo.
Y consiste en intentar derribar una cuña con una cuña y empezar a presumir de uno mismo.
Como por casualidad, comience a describir de manera colorida sus éxitos en cualquier área y luego, como si recobrara el sentido, discúlpese y agregue una frase como “Oh, parece que estoy fanfarroneando. Es hora de parar; sólo los perdedores hacen eso”.
Después de esto, es poco probable que el fanfarrón quiera seguir cantando sus propias alabanzas.
Alternativamente, intente iniciar una conversación sobre un conocido en común (o una celebridad) y asegúrese de mencionar que le gustaría aún más esa persona si no fuera por su eterna costumbre de fanfarronear.
Asegúrese de preguntarle a su interlocutor si sus sentimientos coinciden.
Lo más probable es que en el futuro el fanfarrón intente evitar tales errores.
Anteriormente, escribimos sobre qué hábitos hacen que un perdedor parezca un perdedor.