A veces los padres se quedan completamente desconcertados cuando su hijo tiene una rabieta.
Si tú tampoco sabes qué hacer, aquí tienes la respuesta: deja que tu hijo sea caprichoso.
Pedirle que se calme o que deje de llorar definitivamente no vale la pena, de todos modos es inútil, ya que en este estado el bebé ni siquiera te escuchará.
En lugar de eso, actúa como si todo fuera normal y no hubiera sucedido nada especial.
Por supuesto, solo puedes permitirte permanecer inactivo si estás seguro de que el niño está sano y no existen otras razones objetivas para preocuparse.
Tan pronto como el niño caprichoso comprenda que no habrá ninguna reacción violenta ante su histeria, dejará de llorar.
¿Quieres que el concierto termine rápido? Intente utilizar algún tipo de distracción: señale un cuervo en un árbol y diga que hay un cocodrilo real sentado allí.
Alternativamente, haga algo inesperado que sorprenda o haga reír al niño. Por ejemplo, dejemos que una horquilla se transforme en un lobo y empiece a agarrar la ropa con los dientes.
Lo más importante es no ceder ante tu hijo en lo que intenta conseguir a través de sus caprichos, para que no aprenda a manipularte.
Si estás dispuesto a satisfacer la petición de tu hijo, hazlo de inmediato para que se acostumbre a conseguir lo que quiere con tranquilidad.
Si decides no rendirte, mantente firme hasta el final.
Ésta es la única manera de evitar rabietas en el futuro.