Nadie cuestionará los beneficios de los procedimientos con agua para los bebés. De hecho, está permitido enseñarles desde una edad muy temprana.
Pero aquí hay que tener en cuenta que no implican movimiento independiente, por lo que no tienen nada que ver con la natación.
Además, como resultado de tales actividades, se refuerzan los movimientos y la posición corporal incorrectos.
Esto significa que más adelante, cuando el niño comience a estudiar plenamente, necesitará mucho tiempo para volver a aprender.
Para preparar a un futuro nadador, es necesario introducirlo en el agua de forma paulatina y únicamente de forma lúdica.
Los padres de niños menores de tres años deben ayudarlos a superar el miedo que pueden experimentar al enfrentarse a grandes aguas.
Lo ideal es que puedas intentar enseñarle a tu hijo a meter la cara en el agua. Posteriormente, estas habilidades serán útiles para una respiración adecuada.
El mejor lugar para entrenar es una piscina poco profunda llena de agua tibia y clara. Juegue en él con su hijo y sus juguetes, salpicándose agua unos a otros, incluso en la cara, mientras calma al niño para que no tenga miedo.
Haz burbujas sumergiendo tu cara en el agua; prueba primero con la boca y luego puedes hacer burbujas con la nariz.
Otro ejercicio que puedes presentarle a tu bebé es ponerse en cuclillas, sumergirse en el agua y emerger inmediatamente.