¿Cuándo fue la última vez que viste a un niño dibujar no en papel, sino en papel tapiz, en muebles o incluso en el suelo? La mayoría de los padres se llevan las manos a la cabeza cuando imaginan reformas, pero vale la pena mirarlo de otra manera.
Los garabatos de los niños en lugares equivocados no son sólo una broma. Este es un intento de decir: "¡Yo vivo aquí!"
Los adultos a menudo crean interiores ideales, donde todo está sujeto a la lógica y al orden, pero para un niño ese mundo parece extraño y frío.

Al dejar marcas en las paredes, intenta hacer “suyo” el espacio, mostrar creatividad allí donde siente limitaciones.
Curiosamente, muchas familias que permiten a los niños dibujar en zonas especialmente designadas notan cambios sorprendentes: los niños se vuelven más tranquilos, tienen más confianza en sí mismos y su imaginación se desarrolla más rápido.
Intente reservar un rincón de la habitación para tales experimentos: por ejemplo, pegue papel tapiz blanco o instale un tablero. No sólo ahorrarás la reforma, sino que también ayudarás a tu hijo a sentir que su mundo es importante para ti.
Y quién sabe, quizá entre estas líneas y manchas se encuentre la primera obra maestra del futuro artista.
Dibujar en las paredes también es una forma de explorar los límites. El niño se pregunta: “¿Qué pasará si hago esto?” ¿Serán aceptadas mis acciones?
Cuando los padres son demasiado estrictos al no permitir que las paredes se ensucien, el niño puede sentir que su creatividad no es valorada.
Pero si encontramos un compromiso, será una lección de respeto a las reglas y a las cosas ajenas. Por ejemplo, puedes explicar: “No puedes tocar las paredes de la sala de estar, pero tu rincón en el dormitorio es tu territorio”.
De esta manera, el niño aprende a distinguir el espacio personal del espacio público, y al mismo tiempo comprende que su opinión se tiene en cuenta.
Curiosamente, estos dibujos a menudo reflejan etapas de desarrollo. A los dos años son líneas caóticas, a los cuatro son intentos de representar personas y casas, y a los seis son tramas complejas con dragones y princesas.
La pared se convierte en un “diario de crecimiento” que los padres, lamentablemente, suelen pintar durante las renovaciones.
Pero puedes conservar el recuerdo de estas etapas: tomar fotografías de los grafitis y luego crear un collage o álbum digital.
Este no es solo un conmovedor objeto familiar, sino también una manera de mostrarle a su hijo que su progreso es importante.
Otro beneficio no obvio es el desarrollo de las habilidades motoras. Dibujar sobre una superficie vertical activa los músculos de los brazos y los hombros, lo que resulta más beneficioso que trabajar con una hoja de papel sobre una mesa.
Además, los formatos grandes fomentan el coraje: el niño no tiene miedo de equivocarse, porque no hay límites para el dibujo “correcto”.
Con el tiempo, esto puede evolucionar en confianza en otras áreas, como el estudio o la comunicación.
¿Pero qué pasa si el niño continúa dibujando fuera de las zonas permitidas? En lugar de castigarlo, intente redirigir su energía.
Compra un rollo de papel tapiz barato y colócalo en el suelo para hacer "cuadros gigantes", usa pintura de tiza en la puerta del refrigerador o instala un tablero de corcho donde puedas fijar cuadros.
Lo principal es dejar claro que la creatividad es bienvenida, pero dentro de ciertos límites. Y no te olvides de elogiar incluso las obras maestras abstractas.
Para un niño lo importante no es el resultado, sino el proceso y su reacción. Quizás dentro de unos años te agradecerá que no le hayas prohibido “cambiar” las paredes, sino que le hayas dado la libertad de expresarse.