Desde los primeros días de vida, un bebé interactúa con el mundo a través de sensaciones. Los objetos que le rodean se convierten en guías hacia el mundo de formas, sonidos y texturas.
Por lo tanto, elegir los primeros juguetes no es sólo un capricho, sino una decisión que influye en el desarrollo sensorial.
Los recién nacidos se centran en los contrastes más que en los colores pasteles. Los patrones en blanco y negro, las formas geométricas o las imágenes de caras atraen más la atención que los colores brillantes.

Los sonidos deben ser suaves, como el susurro de una tela o el sonido suave de una campana. Las melodías ásperas asustan y sobrecargan el sistema nervioso.
Un sonajero es una opción clásica, pero su “función” depende del adulto.
El bebé no podrá sacudirlo por sí solo hasta que desarrolle el agarre. Los padres deben mover el juguete delante de los ojos del niño, alentándolo a seguirlo con la mirada.
Los cubos blandos con diferentes texturas o los mordedores de silicona también son buenas opciones. Lo principal es la ausencia de piezas pequeñas y materiales tóxicos.
A los tres meses, los bebés comienzan a explorar objetos con la boca. Los patitos de goma para el baño o los libros de tela con imágenes grandes son seguros para este tipo de "exploración".
Los móviles musicales sobre la cuna desarrollan la audición, pero es mejor usarlos con moderación para no perturbar el sueño.
Recuerde: los juguetes no sustituyen la comunicación. Incluso el sonajero más caro será inútil si los padres no lo incluyen en el juego.
Las acciones de hablar (“¿Oyes ese ruido?”), tocar superficies o imitar diálogos con muñecos crean la base para el habla y las conexiones emocionales.
La seguridad es una regla sin excepciones. Antes de comprar, vale la pena revisar los certificados, asegurarse de que no haya olor fuerte ni bordes afilados. Los juguetes no deben ser más pesados de lo que el niño puede manejar ni demasiado complejos para su edad. A veces, una simple muñeca de trapo o un anillo de madera resultan más efectivos que aparatos electrónicos con decenas de funciones.
Elegir los primeros juguetes es como armar un rompecabezas: cada pieza debe corresponder a una etapa del desarrollo. Pero el elemento más importante es la implicación de un adulto, que convierte objetos cotidianos en herramientas para el aprendizaje.