Los adultos no piensan en el impacto que tienen en los niños las palabras o frases que dicen en la vida cotidiana.
Y no siempre se trata de comentarios ofensivos o cáusticos. Sólo hay que recordar que son perjudiciales y que hay que abandonarlos para siempre.
Los expertos del HuffPost.com han enumerado frases que no deberían decirse o deberían sustituirse.
"Te preocupan las tonterías"
Las bagatelas para los adultos parecen ser algo significativo e importante para los niños. Este tipo de declaraciones de los padres devalúan las emociones de los niños.
Lo correcto es apoyar al niño, pero tal comentario sólo empeorará la situación.
"Nunca me escuchas"
Las palabras “siempre” o “nunca” son categóricas y arrinconan a los niños. Pueden pensar erróneamente que sus padres no están interesados en sus experiencias.
Para afrontar la situación, es necesario descubrir las razones que obligaron al niño a comportarse de esta manera.
"Me pones triste"
Los niños no tienen por qué saber que su comportamiento afecta su estado de ánimo; pueden utilizarlo en su beneficio.
Sería correcto decir qué es exactamente lo que no debe hacer un niño.
“Tuve que pensar”
El niño debe comprender que sus acciones conllevan consecuencias, que en el mundo adulto se denominan culpa. Pero esas frases no le ayudarán a aprender a pensar en las consecuencias.
Sería correcto invitarlo a pensar en cómo corregir todo esto.
“Yo mismo lo haré más rápido”
Tales palabras privan al niño de cualquier interés en hacer algo más que ayudar a sus padres.
Es muy importante que complete el trabajo que comienza.
Entonces los niños crecen de forma independiente.
Atajos
Y no debe llamar a un niño perezoso, llorón, reacio u otras palabras que parezcan inofensivas a primera vista.
En primer lugar, destruyen las relaciones y, en segundo lugar, si se dicen todo el tiempo, el niño se convertirá en lo que dicen de él.