Todos los niños pueden tropezar y caer.
La tarea de los padres en tal situación es no dañar a su propio hijo.
Bajo ninguna circunstancia debes regañar a tu hijo ni culparlo por su torpeza.
Convirtiendo lo sucedido en una tragedia y gritando “¡Oh!” Tampoco vale la pena.
Es mejor hacer con calma una pregunta sencilla. En este caso, el niño se calmará inmediatamente y no se sentirá culpable ni incómodo.
¿Qué pregunta deberías hacerle a un niño caído?
La pregunta debe ser sencilla, clara y convincente.
La opción ideal suena así: "¿Estás herido o asustado?"
Habiendo escuchado esto de mamá y papá, el bebé no tendrá problemas para comprender sus emociones e inmediatamente hablará sobre si la caída le provocó alguna lesión.
Si no hay ninguna sensación dolorosa, el niño inmediatamente concluirá: “No pasó nada malo. Mis padres no me juzgan, no se ríen de mí y mantén la calma”.
Si su hijo necesita ayuda, ayúdelo, pero hágalo sin expresar emociones fuertes.
Anteriormente, se enumeraron frases de los padres que no deberían escucharse en la mesa.