Las manzanas no son aptas para la primera alimentación. Sin embargo, algunas personas (más precisamente, nuestras abuelas) están absolutamente seguras de que conviene comenzar la alimentación complementaria con manzanas, ya que contienen vitaminas y microelementos útiles.
Las recomendaciones modernas dicen que los primeros alimentos complementarios deben consistir en verduras y luego se pueden introducir purés de frutas.
En este artículo enumeraremos las razones por las que las manzanas no pueden ser el primer alimento complementario.
Después de las manzanas, el niño no querrá comer verduras.
El objetivo principal de la alimentación complementaria es familiarizar al bebé con diferentes gustos y preparar su cuerpo para la transición a la comida "adulta". Las manzanas contienen muchos azúcares naturales (fructosa) y tienen un sabor agridulce distintivo que gusta a los niños.
Por lo tanto, después de las manzanas, es poco probable que el niño quiera comer brócoli, calabacín y coliflor no menos saludables, pero algo suaves.
Las manzanas son bajas en proteínas.
El momento adecuado para introducir alimentos complementarios llega cuando la leche materna ya no satisface las necesidades del cuerpo en crecimiento del bebé. En primer lugar, el bebé necesita proteínas, que son el principal material de construcción.
El contenido de proteínas, como la grasa, en una manzana es insignificante: alrededor de 0,4 gramos por 100 gramos, mientras que los carbohidratos constituyen casi una décima parte.
Las manzanas pueden provocar alergias y trastornos gastrointestinales.
Los frutos rojos, aunque raros, se convierten en un alérgeno para un niño. Si su bebé no aumenta de peso bien y es propenso a tener heces blandas, la situación solo empeorará después de presentarle las manzanas: estas frutas pueden causar hinchazón y una mayor formación de gases, y las frutas ácidas, además de todo lo demás, irritan el estómago. recubrimiento.
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