El miedo a los ruidos fuertes es un miedo innato. Por cierto, solo hay dos, el segundo es el miedo a caer.
Por tanto, podemos decir con seguridad que el comportamiento de un niño cuando se asusta, intenta esconderse, tapa los oídos o empieza a llorar por un ruido repentino, es absolutamente normal.
En promedio, a la edad de 1,5 a 2 años, este miedo disminuye a medida que el bebé se vuelve más "experimentado" y comprende qué sonidos fuertes son inofensivos.
Pero esto no siempre sucede: algunos niños (estamos hablando principalmente de niños ansiosos y fácilmente vulnerables) continúan temiendo los sonidos fuertes hasta los 3 años aproximadamente.
Al discutir este tema, es importante señalar que existe una diferencia entre el miedo a los sonidos fuertes y repentinos y el miedo a los ambientes ruidosos, por ejemplo, que prevalecen en el patio de recreo.
Si un niño de 3 años en adelante se encuentra en una situación similar, pero continúa demostrando claramente miedo, esto indica que necesita consultar a un psicólogo infantil.
El especialista encontrará la causa que generó el miedo y, en consecuencia, le permitirá afrontarlo.
Y una última cosa: en ocasiones los miedos persistentes son síntoma de los trastornos del espectro autista, por eso, además de un psicólogo, conviene visitar a un pediatra y a un neurólogo infantil.
Anteriormente BelNovosti escribió sobre por qué un niño debería estudiar música.