Existe una creencia generalizada entre los padres de que la edad óptima para perforar las orejas de un niño es de 3 meses a 1,5 años.
Como argumento, las madres y los padres citan el hecho de que el niño aún es pequeño y no tendrá miedo, y si el miedo todavía está presente, rápidamente lo olvidará.
Además, los adultos creen que dado que los tejidos se están formando activamente a esta edad, el riesgo de formación de cicatrices es mínimo.
Pero, de hecho, no debe centrarse en la edad del niño, sino en una serie de factores que hemos enumerado en este artículo.
En primer lugar, las orejas de un niño sólo se pueden perforar después de que se haya formado su inmunidad (al menos contra el tétanos) gracias a las vacunas.
En segundo lugar, se debe pensar en la punción después de que el niño esté de acuerdo e idealmente la solicite él mismo.
En tercer lugar, cuando se prepare para ir a la clínica, asegúrese de que su hijo esté sano y que no se produzcan procesos inflamatorios en su cuerpo en este momento. Un análisis de sangre no vendrá mal para esto.
Y en cuarto lugar, no sólo el niño, sino también sus padres deben estar preparados mental y físicamente.
Anteriormente te contamos lo que necesitas tener tiempo para explicarle a un niño menor de 10 años.