“Me equivoqué, lo siento. Tenías razón”, ésta es la frase que los padres rara vez pronuncian cuando se comunican con sus hijos, cuando debería ser al revés: el perdón de los niños no sólo se puede pedir, sino también ser necesario.
Los adultos deben ser abiertos y tener confianza en sí mismos para tener la fuerza de admitir sus errores delante de los niños.
Ésta es la única manera en que las mamás y los papás pueden demostrar que son personas comunes y corrientes y que ellos también pueden estar equivocados.
Es responsabilidad de los padres expresar simpatía hacia sus hijos cuando se sienten heridos por sus errores.
Cuando las madres y los padres muestran sinceridad y humildad en sus interacciones con sus hijos, les muestran que la perfección es imposible de alcanzar ni para los adultos ni para los niños.
Para admitir sus imperfecciones, los padres deben ser honestos.
Si asumen la responsabilidad por las malas acciones, ayudan al niño a ser lo suficientemente valiente como para reconocer sus propias imperfecciones. Esto ayuda a los niños a aprender el equilibrio en lugar de volverse perfeccionistas.
Aceptar la responsabilidad de los propios errores crea una atmósfera de tolerancia y apertura en la familia. Esta atmósfera se convierte en la base sobre la cual los niños aprenden a construir sus relaciones futuras con otras personas.
Anteriormente hablamos de cómo enseñar a un niñoa decir “no” .