No todas las bromas y caprichos de un niño pueden ignorarse; puede haber muchos motivos detrás de algunos de ellos.
Por lo tanto, la tarea de los padres es responder a dicha "señal de alerta" lo más rápido posible, deteniendo comportamientos inaceptables y, en algunos casos, recurriendo a un especialista en busca de ayuda.
El niño interfiere en la conversación de los adultos, interrumpe y trata de desviar la atención hacia sí mismo.
Trate de explicarle a su hijo o hija que sólo las personas ignorantes exhiben un comportamiento tan irrespetuoso. Para que a tu hijo le quede más claro, dale un ejemplo: le gustaría que, mientras miras un dibujo animado, cerraras la pantalla del televisor y empezaras a hablar en voz alta sobre algo tuyo.
El niño cuenta algo que no pasó.
Una pequeña ficción es un paso hacia una mentira grave. Para evitar esto, elogie a su hijo con más frecuencia por su buen comportamiento.
El niño finge no escuchar lo que le dices.
Este comportamiento puede deberse a un deseo infantil de ganar el campeonato, de competir contigo por el poder. Gritar no ayudará; en su lugar, primero haz contacto visual con el bromista. Este truco definitivamente funcionará.
El niño muestra agresión durante los juegos.
Nunca permita que su hijo golpee, muerda o arañe a otros niños; si deja que ese comportamiento se salga con la suya, en el futuro el acosador puede convertirse en un verdadero tirano.
Un niño toma sin preguntar lo que no le está permitido hacer.
No olvide sacar un tiempo de su apretada agenda para hablar sobre reglas de conducta. Deje que otros miembros de la familia y los libros le ayuden con esto, por ejemplo, "Malos consejos" de Grigory Oster, que puede (y debe) discutir con su hijo.
Anteriormente hablamos de por qué un padre pierde autoridad ante los ojos de sus hijos.