Un niño, como un adulto, puede experimentar estrés. Pero el bebé no siempre puede decirlo.
Por tanto, las madres y los padres deben estar atentos al estado de su hijo para mantener su salud emocional.
Más estrés en la vida de un estudiante. Puede ponerse ansioso y nervioso.
Como resultado, puede encerrarse en sí mismo y hablar de su renuencia a ir a la escuela. Al mismo tiempo, el sistema inmunológico sufre y el niño padece enfermedades con mayor frecuencia.
Además, la relación con la comida cambia. Por ejemplo, un estudiante puede negarse a comer o comer en exceso.
El estado de ánimo también se resiente. Puede que el niño o la niña deje de tener curiosidad. Los signos incluyen letargo y silencio.
En algunos casos, el niño comienza a estropear sus cosas o las de otras personas.
En tales casos, no conviene alzar la voz, amenazar o simplemente comportarse de forma dura y agresiva. Es importante hablar con su hijo, discutir la situación y sus sentimientos para poder descubrir la causa del problema y solucionarlo.
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