Cualquier palabra pronunciada por un adulto puede afectar el estado mental del niño, ya que una persona suele ser muy vulnerable y susceptible en la infancia.
A veces, incluso una frase puede minar la confianza en uno mismo, reducir el entusiasmo o inspirarlo, impulsándolo a alcanzar nuevos logros.
Pero los adultos necesitan deshacerse de las actitudes tóxicas, especialmente hacia los niños, porque la mayoría de las veces esto sucede debido a sus propios miedos e inseguridades.
Entonces, ¿qué no deberías decirles a tus hijos si tus padres quieren un futuro mejor para ellos?
deja de comparar
No es necesario compararlo con otras personas, porque así es como los padres menosprecian la propia dignidad de su hijo, sin percibirlo como un individuo.
Tales palabras simplemente muestran al niño que alguien más, y no él, tiene más peso a los ojos de los padres, que alguien más es amado y respetado más.
Debido a esto, en el alma del niño puede crecer el resentimiento, un sentimiento de que está equivocado, que no merece amor ni atención alguna.
Al comparar a su hijo con alguien, el padre simplemente le enseña a este último a envidiar los logros de otros niños y, en el futuro, de otras personas.
¡Qué vergüenza!
Los padres piensan que con frases así pueden avergonzar a sus hijos para que los obedezcan.
Pero en realidad esto sólo desarrolla sentimientos de incertidumbre, miedo e indefensión. A menudo, estos niños comienzan a mentir y evitan comunicarse con los adultos.
Esta manipulación directa, cuyo objetivo es provocar un sentimiento de culpa, puede resultar en una falta de iniciativa en el futuro del niño.
En tales casos es mejor decir: “Me desagrada que te comportes de esta manera. La próxima vez, intenta no volver a hacerlo, por favor”.
"Si haces esto, entonces te compraré esto..."
Aunque estas palabras tienen su impacto, lamentablemente tienen un efecto a corto plazo.
Simplemente se soborna al niño para que haga algo a cambio de una recompensa material, y éste no es del todo el enfoque correcto.
Es mejor cuando todo en una familia se basa en la asistencia mutua, el apoyo mutuo y la simpatía.
En el caso de un niño, esto podría ser un elogio banal o un abrazo por un trabajo realizado.
La motivación debe estar dentro del niño y no expresarse en términos monetarios.
Porque así es como los niños crecen para ser independientes, responsables y realizarse en la vida.
"¡Lo haré yo mismo!"
Una frase así puede acabar por completo con cualquier deseo de los niños de ayudar a sus padres de cualquier forma.
Además, el niño se volverá pasivo al tomar decisiones independientes y, posteriormente, no querrá lograr nada y no se esforzará por alcanzar la autorrealización.
Un padre no debe temer que su hijo no pueda hacer frente a la tarea, sino por el contrario, debe confiarle la tarea al niño y permitirle cometer errores.
¡No existen personas ideales! Y la tarea de los adultos no es sobreproteger al niño, sino ayudarlo a desarrollar sus fortalezas y potenciales creativos.
"¡Es tímido!"
Si los padres quieren educar a sus hijos para que sean sociables, entonces deberían eliminar esta frase de su vocabulario. Una frase así, además de avergonzar al niño por ser insociable, siempre produce el efecto contrario.
Estas críticas a los niños deben eliminarse y simplemente permitirse comunicarse con tantos compañeros como sea posible, así como participar en diversos concursos, concursos y clubes.
"¡Deja de ser caprichoso!"
Con una frase así, los padres parecen prohibir a sus hijos expresar sus sentimientos y emociones, lo que puede derivar en aislamiento y desconfianza hacia los adultos.
La emoción es una energía muy importante en una persona a la que hay que darle vida.
Sin su implementación, pueden desarrollarse enfermedades psicosomáticas y trastornos mentales.
Los niños solo necesitan dejar salir sus emociones y luego preguntar qué es lo que le molesta tanto (indignado, ofendido, etc.).
"¡Estoy haciendo todo esto sólo por ti!"
Esta es la frase tóxica más querida que tantos padres les dicen a sus hijos, haciéndoles sentir como unos desagradecidos.
Mostrar su sacrificio por el bien del niño y transferir la responsabilidad de sus acciones sólo por el hecho de que existe, forma en este último un sentido de deber y obediencia.
Pero el niño no tiene la culpa en absoluto de las acciones que cometen los adultos y las personas completamente independientes. Es sólo una personita que no necesita rendir cuentas por las acciones voluntarias realizadas por sus padres.
Los adultos siempre deben tener cuidado con las palabras que dicen cuando se comunican con los niños.
Después de todo, con las palabras equivocadas se puede perder la autoridad ante los ojos del niño, lo que en el futuro puede resultar en un completo desconocimiento de los requisitos por parte de los padres.
Para evitarlo, es necesario comunicarse con él de forma confidencial, si es posible sin reproches ni presiones emocionales.
El niño debe ser amado tal como es, sin tener en cuenta a los demás, y respetado como individuo. Sólo esto es garantía de su desarrollo como una persona de pleno derecho que podrá alcanzar sus objetivos en el futuro.
Anteriormente se nombraban frases que podían hacer que un niño odiara a sus padres.