Una situación común es cuando un niño pide a sus padres que le den otro juguete, pero la situación económica de la familia no les permite desembolsar mucho.
Ante tal situación, muchas madres y padres dicen a sus hijos la siguiente frase: “No podemos compraros esto. No tenemos dinero".
La excusa parece muy conveniente. Pero sólo a primera vista.
Por supuesto, la demanda del bebé perderá relevancia. Pero las consecuencias pueden ser muy graves.
Hay varias razones por las que los padres deberían abandonar la frase “No tenemos dinero”.
El niño decidirá que le están mintiendo.
Por supuesto, la negativa a comprar puede explicarse por la falta de dinero.
Pero si después de unos minutos los padres compran algo más, el bebé sacará conclusiones desagradables para los padres.
Un niño o una niña probablemente pensará: “¿Cómo puede ser esto? No hay dinero para un juguete, pero ¿tienes dinero para otras cosas?
El niño empezará a considerar pobre a la familia.
Si constantemente le niega a un niño la compra de ciertas cosas, tarde o temprano llegará a la conclusión de la difícil situación financiera de la familia.
Al niño le parecerá que vive en la pobreza, pero todos los demás niños son criados por padres ricos.
El niño puede volverse demasiado pegajoso
Si un niño tiene la impresión de que siempre no hay suficiente dinero, puede desarrollar una frugalidad excesiva, además de codicia.
El bebé no compartirá nada con sus compañeros. A medida que crezca empezará a ahorrar en todo, aunque no siempre surgirá la necesidad de ello.
Una persona que tuvo una actitud equivocada en la infancia se preocupará después de cada compra.
¿Qué deben hacer los padres?
Si mamá y papá se ven obligados a negarse a comprar un bebé, entonces no hay necesidad de explicar su decisión por falta de dinero.
Debemos decir: "Le compraremos esto cuando los fondos estén disponibles". También sería adecuada la siguiente frase: “Recaudemos dinero para este juguete”.
Vale la pena involucrar a su hijo en los asuntos económicos de la familia. Entonces el bebé comprenderá en qué se gasta el dinero y si es posible redistribuir el presupuesto.
Este enfoque hará que el niño sea más ahorrativo, pero definitivamente no codicioso.