A veces mamá y papá, sin saberlo, pueden causar un trauma psicológico a su propio hijo.
Además, esto puede suceder incluso cuando los padres sólo desean lo mejor para sus hijos.
Sentimientos de culpa, complejo de inferioridad, miedo a todo lo que nos rodea... Está claro que esto no es algo que deba aparecer en un niño o una niña.
Si una madre y un padre quieren que su hijo tenga confianza y no esté demasiado inquieto, deben evitar utilizar las siguientes frases en su discurso:
"Escúchame, de lo contrario esa tía de allí te llevará".
Un niño no debería dejarse intimidar por consecuencias tan nefastas. Todo niño tiene miedo de ser abandonado por sus propios padres.
Incluso si tales amenazas no tienen nada que ver con la realidad, no se puede recurrir a ellas: el niño se lo tomará todo en serio.
"No se puede confiar en nada"
Un niño no debe considerarse incompetente. ¿No quieres que tu hijo o hija tenga baja autoestima?
No regañe a su hijo por sus errores. Es mejor explicarle con calma lo que hizo mal y enseñarle las acciones correctas.
Es completamente normal cometer errores. Especialmente durante el proceso de aprendizaje.
Pero si simplemente culpas al niño y lo llamas incapaz, tendrá miedo de actuar.
"Eres un mal estudiante, pero Vasya..."
Quizás valga la pena regañar a su hijo por ser perezoso en sus estudios. Pero no es necesario compararlo con otros.
Al fin y al cabo, el bebé pensará que todo lo que le rodea es mejor que él. El niño empezará a considerarse “equivocado”.
“Te pareces a tu padre”
Bajo ninguna circunstancia una madre debe decirle esta frase a su hijo. Especialmente si los padres están divorciados.
El niño se sentirá constantemente culpable. No hay nada bueno en esto.
A un niño en esa situación se le puede causar un trauma psicológico grave si le dices: “Papá nos abandonó precisamente por tu culpa”.
"Se gastó tanto dinero en ti..."
No culpes a tu hijo por el hecho de que estás perdiendo dinero por su culpa. Y no digas que interrumpiste el crecimiento de tu carrera por él.
Esto no es culpa del bebé. Y no es necesario imponer este sentimiento a un niño o una niña.
Convertirse en mamá y papá, y luego enfrentar dificultades financieras o de crianza, es siempre decisión de los propios padres. Y no hay necesidad de que el niño se ofenda porque no comprende la gravedad de su contribución.