Hay muchas razones por las que un bebé se niega a cerrar los ojos, aunque afuera ya es de noche.
1. El niño está muy cansado
No se debe permitir que los niños permanezcan despiertos demasiado tiempo para su edad ni que duerman mucho menos durante el día de lo que deberían.
Contrariamente a la creencia popular, dormir demasiado no hará que tu bebé se duerma más rápido, sino que, por el contrario, dormirá muy ligero, se despertará con frecuencia y se levantará antes de que las manecillas del reloj se acerquen a las 6 de la mañana.
2. El niño no está lo suficientemente cansado
Esta razón es diametralmente opuesta a la anterior. Si la presión del sueño no es tan fuerte como para que el bebé quiera dormir, se tumbará tranquilamente en la cuna, “hablará” en su propio idioma, jugará, pero bajo ningún concepto se quedará dormido.
En este caso, la solución al problema también será ajustar el régimen; aunque el niño no debe caminar demasiado, tampoco es necesario acostarlo demasiado temprano.
3. El niño se duerme con ayuda
Si has acostumbrado a tu hijo o hija a mecerlo, darle un chupete, su manta favorita, etc., no debes esperar que pueda conciliar el sueño sin los rituales tradicionales.
Por cierto, estos métodos no deben considerarse una panacea: a veces dejan de funcionar, por lo que el proceso de conciliar el sueño inevitablemente se retrasará.