Hace apenas unas décadas, literalmente todas las madres jóvenes intentaban introducir a su bebé en el orinal lo antes posible.
Para este niño, valía la pena sostener el orinal cada vez que lo amamantaba hasta que ocurriera ese evento tan esperado.
Importante: dado que el entrenamiento comenzó alrededor de los 6 meses, estaba prohibido poner al bebé en el orinal hasta que aprendiera a sentarse solo.
Sin embargo, este enfoque tiene una serie de desventajas importantes.
En primer lugar, cabe señalar que, debido al sistema nervioso poco desarrollado del niño, el proceso de aprender a ir al baño será largo e improductivo.
Además, la habituación temprana suele provocar estreñimiento, incontinencia urinaria o fecal y reacciones neuróticas.
Además, incluso si tiene éxito, la regresión puede ocurrir en cualquier situación estresante.
En cambio, los pediatras modernos aconsejan, en lugar de desarrollar un hábito, desarrollar una habilidad consciente, lo que no se puede hacer antes de que el niño cumpla 18 meses. Si en el primer caso se necesitarán de 9 a 18 meses para aprender a ir al baño, en el segundo, solo de 6 a 12.