Al adquirir un amigo peludo, muchos no están preparados para sus afiladas garras y dientes.
Pero la agresión no es una sentencia de muerte, sino un instinto natural. Lo principal es aprender a dirigir suavemente la energía de tu mascota hacia una dirección pacífica.
Si el gatito te muerde la mano, no tires bruscamente: los movimientos bruscos solo lo provocarán.

Relaja la palma de la mano: esto reducirá la emoción de la caza, obligándote a soltar la “presa”.
Algunos propietarios utilizan un ligero chorro de agua para interrumpir el ataque. Pero recuerda: el método sólo funciona con una reacción inmediata, de lo contrario el gatito no entenderá la conexión entre la mordedura y la consecuencia.
Jugar con las manos es el principal detonante de las mordeduras. Reemplázalos por juguetes: pelotas, cañas de pescar con plumas o incluso una caja de cartón.
El gatito debe saber claramente que sólo puede cazar objetos, no personas.
Evite los gestos bruscos: apretar o tirar de la cola provoca estrés y agresión defensiva.
Si un gatito ataca tus piernas debajo de la manta, simplemente está siguiendo sus instintos. Traslade los juegos activos a la tarde para que su mascota esté cansada por la noche.
Aliméntelo antes de acostarlo: un depredador bien alimentado se dormirá más rápido. Ignorar las provocaciones nocturnas: cualquier reacción, incluso negativa, se percibe como una continuación del juego.
La crianza de un gatito es un diálogo donde la paciencia y la constancia sustituyen al castigo.
No grites, no aísles a tu mascota y, sobre todo, no la golpees.
Con el tiempo, aprenderá a confiar y dejará de verte como una “víctima”.
Mientras tanto, abastécete de juguetes, paz y amor: hacen maravillas.