Sales a caminar y de repente tu perro se convierte en una roca inmóvil.
Se sienta, apoya sus patas en el suelo y te mira como si le estuvieras pidiendo que salte al abismo. ¿Te suena familiar?
Mucha gente lo considera un capricho, pero la razón suele ser más profunda de lo que parece.

Los cinólogos rara vez hablan de esto, pero la terquedad de un perro no es sólo un intento de molestar a su dueño. Es un lenguaje corporal, un grito de ayuda o un truco que se ha perfeccionado a lo largo de años de evolución.
Los perros no pueden hablar, pero perciben muy bien las emociones. Si su mascota se muestra terca, es posible que esté reaccionando a su estrés.
Imagínate: tienes prisa, estás nervioso y tiras de la correa: el animal percibe esto como una señal de peligro. Él siente que algo anda mal y necesita esperar a que pase la amenaza.
En esos momentos, el perro no está “educando” a tu perro, sino que está intentando protegerse a sí mismo y a ti.
Otro secreto son los olores. La nariz de un perro es miles de veces más sensible que la de un humano. Cuando una mascota se detiene de repente, puede percibir el olor de un gato, la marca de otro perro o incluso la enfermedad de un transeúnte. Su cerebro se sobrecarga de información y su cuerpo se congela para procesar los datos.
A veces la terquedad es manipulación. Si el perro ha aprendido que después de sentarse persistentemente en la acera, usted se girará hacia el parque o le dará una golosina, volverá a utilizar esta técnica.
Pero más a menudo el problema está relacionado con la salud. Dolor en las articulaciones, picazón por alergias, malestar después de comer: todo esto hace que el perro evite el movimiento.
Verifique si el comportamiento ha cambiado abruptamente. Si antes el perro corría hacia adelante, pero ahora tiene miedo de dar un paso, vale la pena visitar al veterinario.
La clave de la solución es la observación. Anota en qué situaciones tu mascota se muestra terca: por la mañana o por la noche, después de comer, en lugares concurridos. Intente cambiar la ruta, utilizar equipo diferente y darle más tiempo para olfatear.
A veces basta con dejar de tirar de la correa y esperar 30 segundos. El perro entenderá que no eres un enemigo y te seguirá.
Recuerda: el paseo es su principal aventura del día. Si lo conviertes en una prisa o una pelea, tu mascota responderá con protesta.