Imaginemos una situación: un adolescente lleva mucho tiempo pidiendo a sus padres que le compren un perro.
Mamá y papá finalmente hicieron realidad el sueño de su hijo o hija.
Ha aparecido una mascota en la casa y está a cargo principalmente de un miembro menor de la familia.
El niño pasea constantemente al perro, le da de comer, lo acaricia...
Sin embargo, el amigo de cuatro patas todavía se niega a considerar al adolescente su amo.
Esta situación es muy común. ¿Pero qué lo explica?
Por qué es poco probable que un perro considere a un adolescente como su dueño
La respuesta es simple: la mascota definitivamente prestará atención a la jerarquía de la familia.
El perro comprenderá inmediatamente que el niño no está “a cargo”.
El animal verá que el adolescente obedece a sus padres, muchas veces cumple con sus peticiones y no asume el papel de líder.
Un amigo de cuatro patas considerará como su dueño sólo al "líder de la manada", el cabeza de familia.
Por eso es muy difícil que un menor se convierta en el “verdadero dueño” de un perro.
Pero no hay por qué enojarse. El niño debe comprender: su falta de estatus de “amo” no significa que el perro no esté apegado a él.
Anteriormente se supo qué hacer si un perro muerde a su dueño.