La naturaleza ha dotado a los representantes de la familia de los gatos de un oído muy agudo y sutil.
Los gatos perciben incluso los sonidos más débiles con mayor claridad que los humanos, por no hablar de los intensos sonidos de los electrodomésticos, los portazos o la música alta.
Aunque es difícil influir en la sensibilidad de un gato a los sonidos, puedes enseñarle a responder con más calma.
Lo primero que se requiere de un dueño cariñoso es brindarle a la mascota un refugio donde se sienta tranquilo y seguro. Lo mejor es que el animal elija un rincón apartado. Si el gato no puede decidirse por un lugar en la casa, puedes ofrecerle una cama especial o simplemente una caja de cartón grande con un agujero.
Importante: el refugio debe estar ubicado en un lugar tranquilo y confortable con iluminación tenue.
Un gato debe acostumbrarse desde una edad temprana a los sonidos de la televisión, las voces humanas y el ruido de una aspiradora. Los gatitos que crecieron en un hogar ruidoso suelen reaccionar con más calma a los sonidos domésticos, ya que los asocian con su hogar.
Si adoptaste a tu mascota de un refugio o si creció en la calle y llegó a tu casa siendo adulto, debes acostumbrarlo gradualmente al ruido.
Puedes empezar dejando la televisión encendida en tu habitación y subiendo el volumen todos los días. También puedes encender la aspiradora a velocidad baja y dejar que tu gato se acerque y la huela.
Recuerde recompensar su ronroneo por el comportamiento deseado.
En algunos casos, la incorporación a la casa de otro gato joven, que se muestra tranquilo ante el ruido, puede cambiar la situación, ya que los gatos suelen copiar el comportamiento de sus parientes.
Anteriormente explicamos por qué un perro rasca su cama.