Los encuentros con erizos en la naturaleza generalmente evocan solo emociones positivas, pero esto no niega el hecho de que es importante permanecer atento al contacto con ellos.
Uno de los peligros que vale la pena mencionar en primer lugar es el riesgo de contraer rabia.
Por cierto, no debes pensar que el virus se transmite exclusivamente a través de una picadura. A veces basta con acariciar al erizo las espinas en las que queda su saliva y luego frotarle los ojos con las mismas manos.
La salivación excesiva es uno de los signos característicos de la rabia, pero a veces la enfermedad se presenta de forma latente.
Eso no es todo: tener un erizo cerca aumenta las posibilidades de que te pique una garrapata.
Debido a la suavidad de las agujas de los erizos, los ácaros a menudo se desprenden de ellas sin tener tiempo de adherirse a la piel. Por tanto, estos animales son una especie de “portadores” de parásitos chupadores de sangre.
Además de las garrapatas, los lindos erizos (obviamente no por su propia voluntad) son portadores de pulgas y, debido a la estructura de las agujas del animal, es poco probable que sea posible tratarlo con un insecticida.
Bueno, la “guinda del pastel”: no trates a los erizos con comida de los cuencos en los que comen tus mascotas, para evitar el riesgo de contraer lombrices o una infección intestinal.
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