Sin duda, hay casos en los que una caja de arena cerrada para un gato es muy útil; por ejemplo, cuando en un apartamento pequeño es posible organizar un baño para gatos no en un lugar tranquilo, cerrado a miradas indiscretas, sino en un pasillo de paso.
Además, este "invento" también te resultará útil cuando decidas tener otra mascota pequeña y un cachorro o gatito activo quiera jugar incluso cuando su "camarada" mayor está sentado en el orinal.
No enumeraremos más situaciones en las que una bandeja cerrada ayuda tanto al dueño como a su mascota. En cambio, hablaremos de casos en los que dicho dispositivo, por el contrario, crea problemas.
1. La bandeja es tan pequeña que el gato no puede darse la vuelta en ella.
Si coges una bandeja para un gatito, todo está bien, el bebé probablemente estará espacioso y cómodo en ella. Pero recuerda: los animales tarde o temprano crecen y alcanzan tamaños impresionantes, por lo que puede resultar incómodo para un gato adulto estar dentro de una maceta cerrada.
Si un gato no tiene dónde estirar la cola, no puede pararse en toda su altura o darse la vuelta, lo más probable es que elija otro lugar para sus asuntos.
2. Tu mascota es muy activa. Esto significa que el gato se comporta activamente antes de ir al baño y necesita subirse a la bandeja inmediatamente.
Una puerta en el camino de un animal puede interferir con su deseo y necesidad de ir inmediatamente al baño.
Por cierto, lo mismo se aplica a los animales que tienen problemas con el sistema urinario: a veces se ven obligados a ir al baño con frecuencia y el acceso debe ser rápido y cómodo.
3. Una caja de arena cerrada no es adecuada para gatos que padecen trastornos musculoesqueléticos. Si este es tu caso, compra una bandeja con los lados lo más bajos posibles, para que no le resulte difícil al animal pasar por encima.