Quizás el mito más común asociado con los gatos es que estos animales siempre caen a cuatro patas cuando caen.
De hecho, el cuerpo del gato está equipado con un mecanismo que le ayuda a darse la vuelta sobre sus patas cuando cae.
Entonces, ¿por qué llamamos mito a caer sobre cuatro pies al principio de este artículo?
Hay dos razones para esto, porque hay situaciones en las que esta ley no funciona o, incluso habiendo funcionado, resulta absolutamente inútil.
La primera razón es una caída desde pequeña altura.
Como el gato tiene muy poco tiempo para darse la vuelta, no caerá sobre sus patas, sino sobre su espalda o costado.
La segunda razón es, por el contrario, que la distancia es demasiado larga.
Entonces, si un animal cae desde una altura muy grande, sin importar dónde aterrice el gato, sobre sus patas o sobre otra cosa, la fuerza del impacto puede ser tan fuerte que la mascota no podrá protegerse de huesos rotos o una conmoción cerebral.
