Imagínese: un camino ordenado y sembrado de piedras de colores serpentea entre los macizos de flores y los jardines.
No lo arrastra la lluvia, no lo cubren las malas hierbas y parece como si todo un equipo de paisajistas hubiera trabajado en él.
¿Secreto? Todo es más sencillo de lo que parece. Un artesano compartió una forma inusual de crear un camino que transformará una cabaña de verano en un par de días.

Para trabajar necesitarás tablas de madera, arena, geotextil, piedras rotas o baldosas, grava y herramientas de jardinería habituales.
En primer lugar, es necesario marcar el futuro camino y quitar la capa superior de tierra hasta una profundidad de 10 a 15 cm.
Los bordes están reforzados con tablas, formando lados bajos.
El fondo de la “zanja” resultante se cubre con geotextil: este material se convertirá en una barrera para las malezas y evitará que la arena se mueva.
Sobre el geotextil se vierte una capa de arena de 5-7 cm de espesor, se riega ligeramente y se compacta cuidadosamente.
Ahora empieza la parte más interesante: sobre la arena se disponen fragmentos de piedra, baldosas de cerámica o incluso grandes guijarros planos.
Los fragmentos están dispuestos en orden aleatorio, dejando espacios entre ellos.
Estos huecos se rellenan con grava pequeña, que no solo fija los elementos, sino que también añade textura al camino.
El camino terminado no requiere ningún mantenimiento especial: basta con barrerlo de vez en cuando o lavar el polvo con una manguera. Los geotextiles brindan una protección confiable contra el crecimiento de la hierba, y la combinación de piedra y grava puede soportar incluso fuertes lluvias.
Un camino así no sólo es cómodo: se convierte en el punto culminante del jardín, enfatizando su estilo y carácter. Pruébelo y sus vecinos seguramente preguntarán quién lo construyó.