Un jubilado de un pueblo siberiano ha revelado un secreto que ha cambiado la forma en que pensamos sobre el cultivo de tomates.
En cada agujero mete... ¡una cabeza de arenque! Parece una tontería pero este método tiene una base científica.
Los peces en descomposición saturan el suelo con fósforo, calcio y microelementos, que son fundamentales para la formación de frutos grandes.
En 2020, la revista Tomato Paradise publicó un estudio: las plantas plantadas con desechos de pescado produjeron un 70% más de rendimiento que el grupo de control. Cuando el pescado se descompone, se libera amoniaco, que gradualmente se convierte en nitratos, la principal fuente de nitrógeno para las plantas.
Sergey Novikov de Samara, participante del foro "Productores de tomates de Rusia", escribió: "El año pasado, puse un puñado de harina de pescado en los agujeros: ¡recogí 20 kg de un arbusto de la variedad "Corazón de toro"!"
Este método lo utilizaban los campesinos de la región del Volga en el siglo XIX, enterrando los restos de pescado seco en sus lechos. Hoy en día se ha mejorado: en lugar de cabezas enteras, se utiliza emulsión de pescado o harina de huesos.
En Japón, los agricultores añaden desechos de pescado fermentados (llamados "魚醤") a los agujeros, lo que aumenta el contenido de azúcar de los tomates.
Una alternativa para quienes les molesta el olor: cáscara de plátano (fuente de potasio) o cáscaras de huevo trituradas (calcio).
El pescado también se puede sustituir por espirulina (2 cucharadas por agujero) o harina de soja. Estos productos son ricos en proteínas, las cuales, al descomponerse, producen un efecto similar.
Pero es el pescado, según la doctora en ciencias biológicas Irina Belova , el que crea un efecto prolongado: “La descomposición dura 2-3 meses, proporcionando una nutrición constante a las raíces”.
Los residuos de pescado contienen condroitina y glucosamina, que estimulan el crecimiento de los pelos radiculares. Un estudio de la Universidad de Florida de 2021 descubrió que los tomates cultivados con desechos de pescado contenían un 30% más de licopeno, un antioxidante responsable del color rojo y los beneficios para la salud de la fruta.
- La profundidad del agujero debe ser de al menos 30 cm para evitar olores.
- Utilice únicamente pescado salado o congelado: el pescado fresco atraerá a las larvas de escarabajos.
- El método no es adecuado para invernaderos: alta humedad + descomposición de los peces = riesgo de moho gris.
Olga de Novosibirsk compartió en su blog: “Agregué sardinas enlatadas a los agujeros. Los tomates crecieron hasta dos metros y la cosecha fue tan abundante que tuvimos que poner soportes hechos con tubos de metal”.
Advertencia : El exceso de nitrógeno proveniente de los peces puede provocar que las plantas se vuelvan “gordas” (crecimiento excesivo del follaje a expensas de la fruta). Para evitar esto, aplique fertilizantes de potasio (ceniza de madera, sulfato de potasio) un mes después de la plantación.