A menudo sucede que después de dedicar mucho tiempo y esfuerzo al cultivo de cebollas, hay que tirar una gran cantidad de bulbos podridos.
Se puede evitar un problema similar si no se realizan determinadas acciones, cuya consecuencia suele ser la aparición de un proceso de descomposición.
En primer lugar, debe seleccionar cuidadosamente material de semilla de alta calidad, así como un lugar para plantar cebollas.
¿Qué indica mala calidad?
La siembra de mala calidad aumenta significativamente el riesgo de grandes pérdidas de cultivos debido a la pudrición.
Signos de material de semilla de baja calidad:
– color inusual de las escamas de los bulbos (la siembra normal en realidad no difiere en color de los bulbos “adultos”);
– que emana olor a humedad y podredumbre;
– escamas húmedas, daños.
Punto de entrega
En cuanto al lugar de aterrizaje, no es necesario elegir zonas bajas donde el agua se estancará y las cebollas se pudrirán.
Se debe tener en cuenta la distancia desde la superficie del suelo en el área para plantar cebollas hasta el agua subterránea.
Si es necesario, disponga un lecho más alto para la planta con capas de drenaje.
Además, las cebollas comienzan a pudrirse en el suelo, donde ya no quedan cultivos que antes crecían aquí.
Otro motivo de la pérdida de cultivos debido a la pudrición son diversas enfermedades. Por tanto, es necesario llevar a cabo una prevención adecuada.
Errores del jardinero
Las acciones analfabetas del propio jardinero también conducen a la pudrición.
Por ejemplo, incluso con lluvias ocasionales de verano, algunas personas riegan abundantemente el cultivo, creando así las condiciones para la aparición de frutos podridos.
Del mismo modo, en ocasiones se exceden con el abono, lo que puede provocar que el fruto se ablande y se pudra más.
Sucede que una persona arranca la parte verde de una cebolla, olvidando que las plumas son una continuación de las escamas, cada una de las cuales se seca perdiendo la parte aérea.
El resultado de tales acciones puede ser una cosecha con bulbos pequeños y blandos, lo que en un verano lluvioso provocará su pudrición.
Pero incluso aquellos que “sobreviven” serán almacenados por un tiempo muy corto después de la cosecha.