Los pulgones son la pesadilla de cualquier jardinero. Ocupa los brotes jóvenes, succiona sus jugos y transmite enfermedades.
Pero antes de salir corriendo a buscar veneno, echa un vistazo a tu armario de la cocina.
El bicarbonato de sodio regular puede ser tu arma secreta.

Mezcle 2 cucharadas de bicarbonato de sodio con un litro de agua y agregue una cucharada de aceite vegetal: la solución envuelve los cuerpos de las plagas e interrumpe su respiración. Rocíe las plantas por la mañana y por la noche los pulgones comenzarán a desaparecer.
Pero recuerda: el bicarbonato es alcalino, así que no lo uses más de una vez por semana para evitar dañar el suelo.
Y para prevenir, plante menta o lavanda junto a los parterres: su olor repele a los pulgones mejor que cualquier spray. ¡Adiós química! La salud de tu jardín ahora está en tus manos.
Pero los pulgones no son la única plaga que teme a la soda. Las hormigas que transportan pulgones a las plantas también odian este polvo.
Espolvorea los caminos cerca de las camas con soda mezclada con azúcar en polvo (1:1) – las hormigas comerán el cebo y morirán.
Y si añades un poco de jabón líquido a la solución de soda, obtendrás un remedio contra las orugas de la col. Rocíe las hojas y las plagas desaparecerán en un par de días.
Sin embargo, el bicarbonato de sodio no es la panacea cuando se trata de plagas del jardín y de la huerta en general.
Es más efectivo recoger el escarabajo de la patata a mano o utilizar una infusión de ajenjo (300 g de hierba por cubo de agua hirviendo, dejar reposar durante 12 horas).
Y el café ayuda contra las babosas. Diluir el café molido en agua (2 cucharadas por litro) y regar la tierra alrededor de las plantas: la cafeína paraliza a los moluscos.
Pero lo principal es crear un ambiente “incómodo” para las plagas en el jardín. Plantas repelentes de plantas: caléndula, capuchina, tanaceto. Atrae a las mariquitas, que comen hasta 100 pulgones al día.
Para ello, coloque pequeños recipientes con agua en el jardín y coloque piedras donde los insectos puedan esconderse.
Y no te olvides de la rotación de cultivos: cambia la ubicación de los canteros cada año para que las plagas no tengan tiempo de adaptarse.
Y si aún así los pulgones vuelven, dales un “día de baño”. Llene un recipiente con agua jabonosa y sumerja con cuidado las ramas afectadas. Los pulgones son lavados y la planta recibe una parte de humedad.
Repetir cada 3-4 días hasta que desaparezcan las plagas. Recuerda: la naturaleza es sabia, e incluso las plagas son parte de su equilibrio. Tu tarea no es destruirlos por completo, sino controlar su número.
¡Y entonces tu jardín se convertirá en una fortaleza que ningún pulgón podrá tomar!