Incluso si eres indiferente a las flores, seguramente alguna de ellas podrá atraer tu atención, porque no es tan fácil apartar la vista de la nube aireada formada por inflorescencias delgadas en forma de escoba.
Hablamos de la favorita de todos los jardineros: la gypsophila.
Hay más de cien especies de esta flor, que se diferencian entre sí por su tamaño, tiempo de floración y vida útil: la gypsophila puede ser tanto anual como perenne.
Quizás la más popular de todas es la llamada gypsophila ventisca.
Se reconoce por su copa exuberante y esférica, formada por tallos delgados, hojas pequeñas de color verde grisáceo y numerosas flores pequeñas.
Las inflorescencias de esta planta suelen ser blancas o rosadas.
Además de su impresionante apariencia, la gypsophila requiere un cuidado poco exigente.
Esto significa que el cultivo exitoso de gypsophila requerirá un esfuerzo mínimo por parte del jardinero.
Lo principal es no plantar la planta en un suelo muy ácido. Tampoco se recomienda elegir para la gypsophila lugares sombreados y húmedos, donde el nivel de agua subterránea es alto.
Dado que los arbustos no toleran bien el trasplante, plántelos inmediatamente en un lugar permanente: aquí la gypsophila puede "existir" hasta 20-25 años.
Para propagar la flor, es mejor utilizar semillas o esquejes, que tienen la capacidad de enraizar bien.
Dividir el arbusto, lamentablemente, no da tan buenos resultados.