¿Alguna vez has pensado que el bicarbonato de sodio común o los posos de café usados pueden convertirse en un arma secreta en la lucha por una cosecha perfecta?
Todos tenemos en nuestra cocina productos que han ido acumulando polvo en los estantes durante años, pero pocas personas saben que pueden usarse para algo más que cocinar.
Por ejemplo, las cáscaras de huevo, que tiramos a la basura sin pensar, contienen calcio, que las plantas necesitan para fortalecer sus raíces.

Además, el yodo diluido en agua protege a los tomates del tizón tardío mejor que muchos productos comprados en las tiendas. Te contamos cómo convertir la basura en oro para tus canteros de jardín sin gastar un céntimo.
Imagínate: en lugar de comprar fertilizantes caros, simplemente tomas lo que ya tienes a mano.
Los posos de café que tiramos cada día son fertilizante natural para rosas y hortensias. No sólo satura el suelo con nitrógeno, sino que también repele las babosas. Y si lo mezclas con agua, obtienes una solución ideal para regar las plántulas.
Las hojas de té colocadas debajo de los arbustos de grosella estimulan el crecimiento de las bayas.
Incluso las cáscaras de plátano enterradas en las raíces de los pimientos los harán más dulces y jugosos. Lo principal es saber cómo y cuándo utilizar estos “trucos de cocina” para no dañar las plantas.
Tome azúcar regular: puede ser un excelente estimulante para las plantas con flores. Disuelve una cucharada en un litro de agua y riega los geranios o petunias con esta solución. El azúcar aportará a las plantas energía para una floración brillante y prolongada.
Pero no te excedas: demasiados dulces atraerán a las hormigas.
Y si notas que las hojas de tus plantas están perdiendo color, prueba a rociarlas con una solución de agua oxigenada (1 cucharada por litro de agua). Esto no sólo restaurará el rico color de la vegetación, sino que también la protegerá contra infecciones por hongos.
No te olvides de la levadura: funciona como un estimulante natural del crecimiento. Disolver un paquete de levadura seca en un balde de agua tibia, agregar una cucharada de azúcar y dejar reposar un par de horas. Vierta la mezcla resultante sobre los pepinos o calabacines.
El resultado te sorprenderá: las plantas comenzarán a desarrollar activamente hojas y ovarios.
También puedes usar la solución de levadura para enraizar esquejes: simplemente colócalos en el líquido durante un día antes de plantarlos.
Otro secreto es el vinagre. Si las malas hierbas atacan los caminos entre los canteros, mezcle vinagre con agua (1:1) y trate la vegetación no deseada.
El producto es especialmente eficaz en tiempo soleado: el ácido quema las hojas y las raíces, sin nutrición, mueren. Pero tenga cuidado: no permita que la solución entre en contacto con las plantas cultivadas.
Utilice cáscaras de cebolla para repeler plagas. Verter un litro de agua hirviendo sobre un puñado de cáscaras, dejar reposar durante 24 horas, colar y rociar sobre la col o el rábano.
El olor de la cebolla repelerá las pulgas de las crucíferas y las vitaminas de la infusión fortalecerán la inmunidad de las plantas. Y si mezclas la cáscara con cáscaras de ajo, obtendrás un poderoso remedio contra los pulgones.
No te apresures a tirar las cáscaras de papa. Se pueden enterrar en agujeros al plantar repollo: el almidón y el potasio contenidos en la cáscara nutrirán la planta durante toda la temporada.
O bien secar las cáscaras, picarlas y añadirlas al compost: esto acelerará su maduración.
La regla principal es experimentar, pero con moderación. Por ejemplo, demasiados posos de café pueden acidificar el suelo, y demasiadas cáscaras de huevo pueden retardar el crecimiento de plantas que prefieren el suelo ácido.
Comience con pequeñas dosis, observe la reacción de las plantas y encuentre gradualmente el equilibrio ideal.