¿Regaste tus plántulas por la mañana, pero por la tarde ya se habían marchitado? Quizás estés vertiendo agua sin darte cuenta de que las raíces se están asfixiando sin oxígeno.
Las plántulas no toleran los “pantanos”: sus raíces son delgadas como un cabello y, debido al exceso de humedad, comienzan a pudrirse en un día. Te contamos cómo evitarlo.
Los errores de los residentes de verano
La regla es simple: regar sólo cuando la capa superior del suelo se seque y utilizar siempre agua tibia y sedimentada.

Pero el principal error es rociar las hojas al sol. Las gotas de agua actúan como lentes y provocan quemaduras.
¿Sabías que los vasos de yogur son asesinos silenciosos de plántulas?
Sus paredes transparentes dejan pasar la luz, lo que destruye el sistema radicular. Envuelva los recipientes en papel de aluminio o trasplante las plántulas en macetas opacas.
¡Y nunca coloques plántulas en un alféizar frío! Coloque bandejas con espuma debajo para mantener el calor.
Éstos no son todos los peligros. Muchos jardineros ignoran la calidad del agua.
El agua del grifo contiene cloro y sales que se acumulan en el suelo, bloqueando la absorción de nutrientes.
Pasarlo por un filtro o dejarlo reposar durante 2-3 días.
Cómo salvar las plántulas
Para la reanimación de emergencia de plantas inundadas, rocíe el suelo con carbón triturado: absorberá el exceso de humedad y detendrá la pudrición.
Si las hojas se vuelven amarillas, agregue jugo de limón al agua (3 gotas por litro); esto neutralizará el álcali.
Y para cultivos caprichosos, como los pimientos, utilice agua derretida. Congélelo en una botella y luego derrítalo: esta agua “revitaliza” las células de las plantas.
¡Y no te olvides del drenaje! Los agujeros de las tazas a menudo se obstruyen, convirtiendo el suelo en un pantano. Límpielos con una aguja una vez por semana.
Como medida preventiva, añada perlita o vermiculita al suelo: mejoran la aireación.
El enemigo más insidioso son los hongos. La capa blanca en el suelo (moho) aparece debido a la alta humedad y la falta de luz. Espolvorea la tierra con canela: es un antiséptico natural.
Y si el moho ya se ha instalado, retire con cuidado la capa superior de tierra y reemplácela con una mezcla de arena y ceniza.
Y recuerda: a las plántulas les encanta el aire fresco. Ventile la habitación diariamente, pero evite las corrientes de aire: son perjudiciales para los delicados brotes.