Su sitio puede convertirse en una zona de desastre ecológico si no reconoce a tiempo a los invasores verdes.
Algunas plantas se disfrazan de flores inofensivas o cultivos útiles, pero su verdadero objetivo es apoderarse del territorio, envenenar el suelo y dejarte sin cosecha.
El primero en la lista de enemigos es la menta. Sus hojas fragantes parecen inofensivas, pero bajo la tierra hay una red de raíces que se extienden por metros. Penetran bajo los cimientos, destruyen caminos y estrangulan las raíces de las plantas vecinas.

Es casi imposible desenterrar la menta por completo: incluso un pequeño esqueje de raíz producirá nuevos brotes. Si ya lo has plantado, cerca inmediatamente el parterre con pizarra excavada a una profundidad de 50 cm, o traslada la planta a una maceta sin fondo.
El segundo agresor es un idiota. Sus hojas se utilizan para encurtir, pero al cabo de un año se convierten en matorrales impenetrables. Las raíces del rábano picante crecen hasta dos metros de profundidad y, cuando intentas desenterrarlas, se rompen y producen nuevos brotes.
Para eliminarlo, corta las hojas y vierte esencia de vinagre sobre los cortes. Cubre el suelo con una película negra gruesa durante toda la temporada: sin luz ni aire, las raíces morirán.
El tercer huésped peligroso es la alcachofa de Jerusalén. Sus tubérculos son útiles, pero la planta se reproduce a un ritmo vertiginoso. Incluso si se cosecha con cuidado, quedarán trozos microscópicos en el suelo que brotarán en primavera.
La alcachofa de Jerusalén da sombra a los macizos de flores y sus raíces secretan sustancias que inhiben a otros cultivos. Plántalo únicamente en barriles sin fondo o excava en láminas metálicas alrededor del perímetro del área.
El cuarto enemigo es el lupino. Sus flores de colores brillantes atraen a las abejas, pero las raíces de la planta secretan alcaloides que hacen que el suelo no sea adecuado para el cultivo de verduras. El altramuz es especialmente peligroso en los parterres con patatas y tomates: ralentiza su crecimiento y reduce el rendimiento.
Si ves altramuces en tu zona, desentiérralos de raíz y espolvorea el agujero con sal.
El quinto y más insidioso agresor es la gota. Sus semillas son transportadas por el viento y sus raíces forman una red subterránea que absorbe la humedad y los nutrientes del suelo.
La gota mata céspedes, parterres e incluso arbustos. Para destruirlo, corte las hojas y cubra el suelo con un material grueso: fieltro para techos, una alfombra vieja o un film.
Deje la “cubierta” durante un año: sin luz, la planta morirá.
Nunca agregues estas malas hierbas a tu compost: sus semillas permanecen viables durante décadas.
Revise el área cada semana: los brotes jóvenes son más fáciles de eliminar antes de que se establezcan. Recuerde: una planta olvidada puede iniciar una reacción en cadena y luego la lucha se prolongará durante años.