¿Por qué los tomates holandeses pesan hasta 2 kg, mientras que los tuyos apenas llegan a los 200 gramos?
La respuesta la sabe Jan van der Zan , un agrónomo de Westland cuyos híbridos establecieron un récord mundial en 2023.
En una entrevista con National Geographic, reveló el secreto:

"Todo es cuestión de... leche."
Un método inusual, descrito en la revista Horticulture Science , implica regar las plantas con una mezcla 1:10 de agua y suero.
Las bacterias del ácido láctico crean una simbiosis con las raíces, acelerando la absorción de nutrientes.
Pero esto es sólo la punta del iceberg.
Los holandeses utilizan la "poda doble": primero quitan las hojas inferiores para estimular el crecimiento del tallo, luego pellizcan las puntas, redirigiendo la savia hacia la fruta.
Van der Zan lo compara con el entrenamiento de un culturista:
"Los tomates aumentan sus 'músculos', no su masa verde".
La principal ventaja es el calentamiento del suelo.
En los invernaderos Westland se colocan debajo de las camas tuberías con agua tibia (+25°C), lo que acelera la maduración en un 30%.
Para condiciones de interior, van der Zan recomienda colocar calentadores de plántulas debajo de las macetas.
"El calor es el dopaje holandés para los tomates", bromea.
Pero hay un matiz: los tomates gigantes requieren una mayor fertilización con potasio. Una vez a la semana, los holandeses las riegan con una infusión de cáscaras de plátano, una fuente natural de este elemento.
Un estudio de la Universidad de Wageningen confirmó que este método aumenta el peso de la fruta en un 45%.