La pimienta es un cultivo caprichoso, pero con los fertilizantes minerales adecuados, incluso un principiante podrá cosechar como un profesional.
Primera regla: ¡nada de estiércol fresco! Provoca un crecimiento excesivo de las hojas y pudrición de los frutos.
En lugar de eso, al plantar, agregue 10 g de nitrato de calcio y 5 g de superfosfato doble al hoyo. El calcio fortalecerá las raíces y el fósforo proporcionará energía para el crecimiento.

Realizar la primera alimentación dos semanas después de la plantación. Disolver 20 g de nitrato de amonio, 15 g de sulfato de potasio y 10 g de sulfato de magnesio en 10 litros de agua.
El nitrógeno apoyará el crecimiento del arbusto, el potasio y el magnesio prepararán la planta para la floración. Regar a razón de 1 litro por arbusto.
Durante el periodo de formación de brotes, cambie a mezclas de fósforo y potasio. Mezclar 25 g de fosfato monopotásico y 5 g de ácido bórico en 10 l de agua. Rocíe las hojas: esto aumentará el número de ovarios al doble.
Durante la fructificación, utilice nitrato de potasio (30 g por 10 l de agua). El potasio hará que el pimiento sea dulce y de paredes gruesas, y el nitrógeno en la composición apoyará a la planta. Regar cada 10 días.
Si nota que las hojas se enrollan, esto es un signo de deficiencia de calcio. Diluir 15 g de nitrato de calcio en 10 litros de agua y regar las raíces.
Y no te olvides del azufre: 5 g de sulfato de amonio por cada 10 litros de agua una vez al mes evitarán el amarilleo de las hojas.
El riego es una ciencia aparte. A la pimienta le encanta el agua tibia (+25°C) y la regularidad. Antes de la floración, regar cada 3 días con 2 litros por arbusto; durante la fructificación, regar cada 5 días con 3 litros.
Nunca dejes que la tierra se seque, ya que esto provocará la caída de los ovarios. Cubra el lecho con turba o agrofibra para retener la humedad.
Siguiendo estas reglas conseguirás un pimiento que te sorprenderá por su tamaño y sabor.