Para algunas plantas, regar en exceso es una muerte segura.
Esto se aplica, por ejemplo, a la araucaria, cuyo riego excesivo conduce a la muerte inevitable, o a la gardenia, amada por muchos jardineros.
Pero incluso si una flor favorece la humedad, una cantidad excesiva nunca ha beneficiado a nadie.
Si tal error fue cometido por su culpa, lo primero que debe hacer es esperar hasta que la tierra se seque.
Después de esto, se recomienda recurrir a un remedio mágico en esta situación: el peróxido de hidrógeno.
Una solución de este medicamento puede saturar el suelo con oxígeno y aflojarlo desde el interior.
Después de tales "medidas de reanimación", puede estar seguro de que las raíces de la flor comenzarán a respirar mejor, lo que significa que la planta volverá a la vida.
Para revivir la planta, basta con verter peróxido de hidrógeno al tres por ciento en el suelo que se ha secado después de regar en exceso en un volumen igual a varias presiones en el tubo.