Por supuesto, la harina de dolomita puede resultar de gran beneficio.
El uso de este producto ayuda a reducir la acidez y mejorar el estado del suelo: se vuelve más ligero.
Además, la dolomita es fuente de fósforo y zinc, por lo que los cultivos hortícolas tienen acceso a los componentes que necesitan.
Gracias a la harina de dolomita, a las plantas les resulta más fácil absorber nitrógeno. El producto también reduce el riesgo de que las verduras desarrollen una serie de dolencias.
Sin embargo, no está exento de inconvenientes. Sobre ellos habló Anastasia Kovrizhnykh, experta de la publicación de la red BelNovosti, agrónoma y paisajista.
Problemas con el boro y el manganeso.
El uso excesivo de dolomita puede dificultar que las plantas obtengan boro y manganeso.
Para prevenir este problema, se debe agregar harina de dolomita en combinación con ácido bórico. Ocho gramos de aditivo son suficientes por kilo de producto principal.
Si existe riesgo de desarrollar deficiencia de manganeso, el permanganato de potasio ayudará.
Problema al aplicar en otoño.
El uso de dolomita en otoño puede reducir la eficacia de este producto al comienzo de la próxima temporada de verano.
El problema se puede solucionar de forma muy sencilla: basta con posponer la aplicación de harina de dolomita hasta el manantial.
Anteriormente, a los residentes de verano se les administraba un remedio que no debía usarse para alimentar a las fresas durante y después de la floración.