Normalmente, el ajo de invierno se planta en los últimos días del primer mes de otoño o en los primeros días del segundo mes de otoño.
Pero muchos jardineros experimentados realizan este procedimiento ya al final del verano.
Y hay al menos dos razones para ello. En primer lugar, es más fácil plantar ajo en agosto que en septiembre u octubre.
En segundo lugar, aumenta la probabilidad de obtener una cosecha abundante y de alta calidad.
Características de la siembra de ajo en verano.
Por lo general, la mayoría de los cultivos de huerta se cosechan a finales del verano.
Por tanto, en los últimos días de agosto, el veraneante tiene tiempo de plantar ajos de invierno.
Además, durante este período las condiciones para el procedimiento son las más adecuadas: la temperatura del aire permanece relativamente alta y las precipitaciones no caen con demasiada frecuencia.
El ajo de invierno, plantado en condiciones climáticas favorables, obtendrá protección contra la pudrición y otros procesos peligrosos.
Además, el cultivo del jardín logra fortalecer adecuadamente sus raíces en el suelo. Esto sucede incluso antes de que comience la primera helada.
¿Cómo será la cosecha?
Si planta ajo de invierno no en otoño, sino al final del verano, lo más probable es que el rendimiento de la planta sea alto.
En la mayoría de los casos, el indicador es 1,5 veces mayor de lo habitual. Además, las cabezas se forman bastante grandes.
La siembra de ajo de invierno en verano tiene otra ventaja importante: las hortalizas cosechadas tendrán una buena vida útil.