Las plantas de interior no solo aportan comodidad a su hogar, sino que también absorben dióxido de carbono y liberan oxígeno. Pero las flores pueden conllevar graves peligros.
Las plantas de interior deben elegirse de forma responsable, especialmente si decides decorar un vivero.
Un enfoque consciente para el paisajismo de un vivero.
Antes de colocar una planta en la habitación de tu hijo, conviene estudiar detenidamente sus características y composición química. No deberías colocar ni siquiera flores relativamente seguras en la habitación de un niño pequeño.
Cuando un niño cumple 10 años, ya puede colocar plantas sin pretensiones en su habitación, habiendo explicado previamente las precauciones de seguridad: no arranque las hojas, no se coma las flores. A esta edad el niño podrá convivir con helechos y cactus sin espinas (hay tipos de cactus cuyas espinas se transforman en algo parecido a una pelusa). Puedes poner aloe en el alféizar de la ventana.
La planta es medicinal y tiene un sabor amargo. En primer lugar, el niño no querrá comerlo y, en segundo lugar, no es capaz de dañar la salud. Sus espinas no son peligrosas, pero definitivamente no querrás volver a tocar el aloe.
También puedes poner clorofito, kalanchoe, decembrista, violeta, begonia y espárragos en el vivero. Estas plantas no son capaces de causar daños a la salud, a menos que exista intolerancia individual.
Un niño de cualquier edad puede decorar su habitación con plantas comestibles, como hierbas que se usan en la cocina u otras verduras que se pueden agregar a las ensaladas. Además, estas hierbas crecen rápidamente, por lo que el niño podrá observar la germinación y el desarrollo de las plantas, lo que será útil para ampliar sus horizontes. La capuchina, el pensamiento o la lobelia son agradables a la vista, pero no causan daño si se mastican.