En la antigüedad, la gente creía que los árboles protegen de los espíritus malignos, curan enfermedades, dan fuerza, imparten sabiduría y traen felicidad a la casa.
Pero no todos los árboles tenían propiedades positivas. Los antepasados creían que es mejor no plantar algunas plantas cerca de la casa.
¿Qué árboles se plantaron cerca de la casa?
En casi todas las cabañas se podían encontrar abedules. La gente creía que este árbol protegía de los transeúntes y de los espíritus desagradables. Según la leyenda, bastaba con abrazar un abedul para que no quedara ni rastro de cansancio y tristeza.
También era costumbre plantar acacias cerca de la casa. Incluso se hacían amuletos con las hojas y ramas de este árbol contra las malas miradas y otros males.
La acacia blanca es un símbolo de vida, renacimiento y amor puro. Se creía que la planta fortalece la fuerza mental y protege de la depresión. La acacia también se asociaba con la riqueza.
Los antepasados creían que el manzano era el guardián del hogar familiar. Según la leyenda, el árbol ayuda a mantener buenas relaciones entre parientes cercanos.
En la antigüedad, el tilo era considerado un árbol sagrado que trae felicidad a la casa en la que crece. Además, se plantó tilo cerca de iglesias y en lugares públicos.
¿Qué árboles se plantaron lejos de la casa?
Los antepasados creían que la cereza de pájaro podía sembrar discordia entre parientes que vivían bajo el mismo techo. Sin embargo, la planta era considerada un símbolo de amor.
En la antigüedad, existía la creencia de que el álamo temblón se alimenta de la energía positiva de una persona y, a cambio, la satura de negatividad. Por eso plantaron el árbol lejos de la casa y de los lugares frecuentados por la gente.
La situación es similar con el sauce. Los antepasados creían que el árbol se “alimenta” de la energía de los dueños de la casa, por lo que le buscaron un lugar fuera del hogar.