Los pepinos y los tomates se cultivan con mayor frecuencia en invernaderos. ¿Pero qué pasa si crecen mal? Para tener éxito y obtener una buena cosecha, debes seguir ciertas reglas.
Regla uno: usa la luz correctamente
Al colocar el invernadero y planificar las camas, no olvide que las plantas de invernadero necesitan mucha luz solar para crecer.
Asegúrese de antemano de que después de plantar todas las plantas estén bien iluminadas por el sol.
Considere no sólo los puntos cardinales, sino también las sombras de los edificios y los árboles.
Sin embargo, no debemos olvidar que los cultivos amantes del calor aún no pueden tolerar el calor excesivo. Y en un invernadero la temperatura del aire puede aumentar mucho.
A temperaturas superiores a 30 grados, el polen de los tomates se vuelve estéril y los frutos no cuajan y los pepinos pierden los ovarios. Durante los períodos especialmente calurosos, se recomienda proteger el invernadero con redes especiales.
Regla dos: presta atención al suelo
El suelo arcilloso medio pesado es el más adecuado para un invernadero, ya que retiene los nutrientes y retiene la cantidad óptima de agua. También es adecuado un sustrato con gran cantidad de humus.
En 2 o 3 años el suelo se agota y es necesario cambiarlo. Como último recurso, puedes hacer esto una vez cada 5 años, pero luego tendrás que dejar el invernadero en reposo durante al menos un año, sembrando abono verde. Si rara vez reemplaza la tierra, debe prestar mucha atención a llenar las camas con nutrientes.
Esto es especialmente importante para los pepinos.
Por ejemplo, el estiércol de caballo, que se descompone rápidamente, es perfecto, así como el estiércol o compost medio podrido (para pepinos), el estiércol bien podrido o el compost (para tomates). También es necesario fertilizar periódicamente las plantas plantadas durante toda la temporada. Es mejor hacerlo en cantidades más pequeñas y con mayor frecuencia, ya que es posible que las plantas no puedan soportar una gran dosis de fertilizante.
Regla tres: proporcione dióxido de carbono a las plantas
Para un desarrollo normal, los cultivos hortícolas necesitan dióxido de carbono, que se encuentra en el aire y se libera durante la fermentación y el procesamiento de la materia orgánica por parte de las bacterias. Pero en un invernadero, los pepinos y los tomates absorben rápidamente dióxido de carbono. Su deficiencia afecta el desarrollo de las plantas.
Crecen más lentamente y dan peores frutos. El problema puede eliminarse mediante ventilación frecuente y el uso de mantillo que, cuando se pudre, libera dióxido de carbono. Para ello, algunos jardineros colocan barriles en un invernadero donde fermenta la hierba verde como fertilizante, o simplemente diluyen la mermelada vieja en agua.
Conociendo estas tres reglas, puedes cultivar pepinos y tomates en un invernadero y obtener una gran cosecha.