Los residentes de verano consideran, con razón, que tres representantes de la familia de las solanáceas (pimientos, tomates y berenjenas) son cultivos caprichosos.
La razón no son solo las enfermedades que acechan a las plántulas después de la germinación: es simplemente imposible producir brotes fuertes y fuertes a partir de semillas malas.
Hablemos de los motivos que nos obligan a llamar al pimiento una planta caprichosa.
1. Realmente todo comienza con la calidad de las semillas. Es posible que simplemente fueran de mala calidad o estuvieran caducados.
Los mejores resultados los obtienen aquellas semillas que se han almacenado durante no más de 2 años desde la fecha de recolección. En otros casos, es decir, después de tres años, las posibilidades de cosecha disminuirán notablemente, y después de cuatro años es mejor ni siquiera sembrar semillas.
2. Es necesario comprobar la germinación de las semillas de pimiento, desinfectarlas y prepararlas para plantar; de lo contrario, tendrá que esperar mucho tiempo para que germinen.
3. Y la última razón que obliga a los veraneantes a acudir al mercado en busca de plántulas es el suelo de mala calidad. El suelo no sólo debe ser nutritivo, sino también suelto.
Lo mismo ocurre con el trasplante de plántulas. Los pimientos no querrán crecer en lechos de suelo arcilloso.