Es muy fácil provocarle un desastre a una orquídea, pero salvarla más tarde será extremadamente difícil.
No en vano esta flor tiene el estatus de planta caprichosa. Los propietarios de orquídeas deben tener en cuenta una serie de matices.
En cuanto te olvidas de algo, la planta empieza a doler y a soltar sus cogollos. A veces no se trata sólo del riego, la humedad del aire, la iluminación y la composición del suelo.
A la flor no le gustan sus vecinos en el alféizar de la ventana. De alguna manera se lleva bien con algunos de ellos, pero con otros puede morir en cuestión de días.
Jardineros experimentados han indicado que a la orquídea no le irá bien con casi ninguna planta. Es especialmente reprimido por otras plantas coníferas. Estas “mascotas verdes” se comportan de forma bastante agresiva con las flores cercanas.
El vecino más peligroso de una orquídea es el crisantemo coreano de flores pequeñas. Según los jardineros, junto a ella la flor se marchitará ante nuestros ojos.
A la orquídea tampoco le gustan la peperomia, la yuca y la cordilina. Tampoco se recomienda colocar cactus de todo tipo junto a esta planta.