Una señal aparentemente inofensiva puede tener consecuencias irreversibles para la planta.
Si la orquídea comienza a marchitarse, sus hojas se caen y adquieren un aspecto “cocido”, entonces es hora de hacer sonar la alarma.
Esta flor se considera caprichosa, por lo que las razones pueden ser diferentes. Por ejemplo, parásitos o sol demasiado brillante.
A menudo, los propietarios de orquídeas prestan excesiva atención a la planta. En tales condiciones, es muy fácil sobrealimentar la flor. El riego excesivo, por ejemplo, puede provocar enfermedades fúngicas.
Por lo tanto, los jardineros experimentados recomiendan dejar de regar primero. Además, la orquídea no debe alimentarse durante varias semanas.
La flor debe colocarse en un lugar fresco y oscuro durante 14 días. Durante este período, la planta no se toca, solo se observa.
Incluso un solo riego puede agravar la recuperación. Debido a la alta humedad constante del suelo, las raíces de las orquídeas pueden pudrirse.
Poco a poco, la planta se recuperará por sí sola y luego podrá devolverse a su lugar original. Pero es importante no repetir errores, especialmente cuando se trata de regar en exceso.