Algunos alimentos no sacian el hambre, sino que, por el contrario, la aumentan. No es sorprendente que debido a esto, una persona coma en exceso y comience a ganar peso rápidamente.
Esta es la razón principal por la que debes dejar de comer alimentos que no combinan bien entre sí.
Por ejemplo, no debes poner aditivos dulces como fruta, miel o mermelada en un tazón de papilla.
Como resultado, el cuerpo recibirá una gran dosis de carbohidratos “vacíos”; en este caso, el apetito se manifestará con renovado vigor después de muy poco tiempo.
Los aditivos dulces tampoco son compatibles con los productos lácteos fermentados.
El azúcar y otros ingredientes dulces añadidos al yogur, al requesón y a otros productos lácteos fermentados reducen sus beneficios.
Además, los aditivos se convierten en un obstáculo para la absorción normal del calcio y las proteínas contenidas en los productos lácteos fermentados.
Y finalmente, como resultado de comer tal refrigerio, los picos de azúcar en la sangre están garantizados.
Esto significa que muy pronto volverás a sentir el deseo de comer.
Por último, no debes añadir ingredientes de fruta a los platos de carne.
Olvídate de las carnes al horno con piña y de las ensaladas que además de pollo contienen semillas de granada.
Desde el punto de vista nutricional, no hay nada útil en esta combinación: las frutas provocan fermentación y reducen la capacidad del cuerpo para digerir la carne. El resultado es una sensación de pesadez en el estómago y hinchazón.
