¿Alguna vez has notado que después de limpiar tus ventanas, aún lucen opacas y tienen rayas en el vidrio, como si las hubieran limpiado con un trapo sucio?
Resulta que la mayoría de las personas cometen los mismos errores que convierten incluso la limpieza más exhaustiva en una pérdida de tiempo.
Por ejemplo, muchas personas comienzan a lavar las ventanas en un día soleado, pensando que se secarán más rápido.

Pero en realidad, el sol hace que el producto se evapore instantáneamente, dejando manchas desagradables.
Otro error es utilizar agua simple sin aditivos. Sí, el agua elimina el polvo, pero no elimina las huellas de grasa ni la suciedad de la carretera.
Prueba a añadir un par de gotas de lavavajillas al balde: desengrasará la superficie y hará que el cristal brille.
¿Sabías que los trapos y esponjas son los principales enemigos de unas ventanas perfectamente limpias? Pelusas de toallas, microarañazos de esponjas duras, manchas de telas mal escurridas. Todo esto estropea el resultado.
El secreto es utilizar un raspador de goma, el mismo que se usa para limpiar las ventanas del coche.
Elimina el agua sin dejar rayas, y si después pasas una microfibra por la superficie, las ventanas quedarán como nuevas.
¡Y no te olvides de los marcos! A menudo se lavan al final, pero es en vano: la suciedad del plástico o de la madera puede gotear sobre el cristal ya lavado.
Comience con los marcos, utilizando un cepillo de dientes viejo para los rincones difíciles de alcanzar, y luego continúe con el vidrio.
Y por último: nunca ignores el clima exterior. Incluso si planeaste limpiar el fin de semana, la lluvia o el viento fuerte reducirán todos los esfuerzos a cero.
Las gotas de lluvia dejarán marcas y el polvo de la calle se depositará inmediatamente sobre el vidrio mojado. Espere un día seco y sin viento: ¡y entonces su casa brillará tanto que sus vecinos la envidiarán!