Muchas amas de casa, al notar una mancha de grasa en la ropa, intentan lavarla con agua caliente lo antes posible, creyendo que el agua hirviendo descompondrá las partículas de grasa y no quedará rastro de la mancha.
Algunos tipos de grasas realmente se disuelven cuando se calientan, pero otros compuestos (proteínas, colorantes, etc.), por el contrario, se adhieren al tejido.
Además, el agua caliente utilizada durante el proceso de lavado suele hacer que la mancha se extienda, lo que hace que sea mucho más difícil eliminarla.
Por la misma razón, está prohibido frotar la zona manchada; esta acción, contrariamente a lo esperado, permite que la suciedad penetre aún más profundamente en las fibras de la tela.
Además, no se recomienda el uso de productos químicos agresivos que contengan cloro y otros componentes que tengan un efecto similar.
La razón es que son bastante capaces de dañar la estructura del tejido y el color del producto.
Y tampoco conviene mezclar diferentes productos de limpieza; como resultado de la reacción que se produce entre ellos, la mancha puede volverse "difícil de quitar".
Por último, no cometa el grave error de enviar a secar una prenda sucia sin asegurarse de que la mancha haya sido eliminada.