No siempre es posible para un cocinero determinar la calidad de la carne, centrándose únicamente en la apariencia del producto y el olor que emana de él.
A menudo es posible llegar a la conclusión sobre la baja calidad de la carne sólo durante o después de completar su tratamiento térmico.
Para evitar caer en una situación tan desagradable, conviene utilizar un pequeño truco con un palillo.
Basta con realizar una prueba rápida y el cocinero sabrá inmediatamente la calidad real del producto.
La esencia del truco de vida.
Es necesario cortar un trozo muy pequeño de carne, que se debe “poner” en un palillo.
A continuación, es necesario prender fuego a esta pequeña parte del producto con un encendedor o una cerilla.
Después de eso, debe controlar cuidadosamente el estado del producto e intentar detectar el olor que aparece.
Quemar un trozo de carne por los bordes y la aparición de un aroma agradable son buenas señales. Lo más probable es que el producto sea de alta calidad.
Pero la aparición de espuma, líquido negro y hedor indican que la carne no puede considerarse comestible.
La prueba descrita anteriormente es conveniente porque se realiza muy rápidamente y no requiere tratamiento térmico de toda la carne. Lo principal es observar las normas de precaución y seguridad.