Por supuesto, ninguno de nosotros compra toallas duras y poco absorbentes en la tienda.
No, todos elegimos textiles suaves y esponjosos, en los que resulta tan agradable abrigarnos después de pasar media hora en un baño caliente.
Sin embargo, en el proceso de uso activo, las toallas, por ofensivas que sean, pierden sus cualidades.
Los aparatos de aire acondicionado o incluso los refrescos, que están diseñados para corregir la situación, sólo pueden solucionar el problema temporalmente.
Y esto es comprensible: ningún remedio funcionará si no se elimina la causa fundamental: el planchado.
Sí, sí, son precisamente los movimientos de una plancha caliente los que provocan que las toallas se “estropeen” y sus dueños tengan un deseo irresistible de tirarlas a la basura.
Por lo tanto, si se encuentra con una situación similar, recuerde: las toallas no se pueden planchar bajo ninguna circunstancia.
La plancha tritura la pelusa, por lo que la toalla pierde su “esponjosidad” y suavidad, y con ella la capacidad de absorber gotas de agua.